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| Imagen. http://thumbs.dreamstime.com/z/m%C3%A1scaras-de-diversas-emociones-en-diversos-colores-trama-51147404.jpg |
Por. Russell Mariano
La descripción conceptual
del servidor público se ha visto desfasado por el quehacer cotidiano de quienes
bajo éste seudónimo imponen sus intereses particulares por encima de los del
pueblo. Del emblema máximo que identificara al libertador José María Morelos y
Pavón como Siervo de la Nación solo quedan las reseñas, de la breve historia
que a su modo ha adecuado el Estado Elitista Mexicano, y aquel ideal de
servicio a la nación hoy en día solo sirve para adornar los discursos que al
leerse solo muestran un vacío imperante que se refleja con el ausentismo de
quien físicamente, bajo coacción (presión laboral, promesa de trabajo, etc.) o
dadivas (Tortas, refrescos, despensas, etc.) hace acto de presencia aunque su
atención se encuentre distante ( hoy puede probarse al observar el número de
asistentes a un mitin, estos en su mayoría se encuentran charlando, con el
móvil o los audífonos).
Frente al desacierto del
seudo-político, entonces, ¿Cuál es el verdadero interés de quienes contienden
por la gubernatura, las diputaciones o las alcandías de los municipios?
Hago referencia a las
máscaras, articulo que en las diferentes culturas fuese utilizado para esconder
la identidad de un personaje o para dar vida a otro, lo mismo en las culturas
occidentales, así como las civilizaciones de lo que comprendiera el territorio
de lo hoy nombrado cómo Continente Americano, sin embargo, estas tenían su
razón de ser, hecho por el cual en este escrito solo extraigo el emblema de la
figura, no así la esencia, pues sería insultante comparar una cosmogonía
ancestral con la charlatanería de muchos candidatos, pues pese a todo existen
honrosas excepciones.
En la esfera de lo público
podemos observar diversas interpretaciones en un mismo foro, los personajes
utilizan diferentes mascaras según el contexto, primero, en campaña: se visten
de superhéroes, cuyas promesas y propuestas de trabajo rayan en la ficción, y
segundo: ya en funciones, la amnesia se apodera de sus personas y la vileza,
hipocresía y despotismo son las caretas más usuales.
Otro juego de máscaras lo
podemos observar ideológicamente, los de derecha se volcán a la “izquierda”
engatusando la falta de conciencia del electorado, lo que le es muy redituable
pues el incauto se abraza estúpidamente de las promesas. El del centro que por
no parecer tendencioso se postra entre el bien y el mal, un pensamiento
mediocre que indiscutiblemente es la descripción más absurda que pretende tener
una línea de pensamiento. Y el tercero, quién se hace llamar de “izquierda”
bajo el concepto de lo social en el discurso y abstracto en los hechos, lo que
hace de ésta ideología, a la vista de la población, una utopía, pues quien
busca representarla se vuelca en lo mediático, la simulación y la ignorancia
que sucumbe al molde preestablecido por el Estado de élite que gobierna éste
país.
Identificar el abanico de
máscaras no demanda de un amplio conocimiento en artes histriónicas, pues el
papel incipiente y mediocre es tan falto de profesionalismo que cada acción es
tan evidente como el hedor a podredumbre del lodo estancado.
Cómo lo expresará Arthur “Lo mismo que le basta una hoja a un botánico para
reconocer toda la planta, lo mismo que un solo hueso bastaba a Cuvier para
reconstruir todo el animal, así una sola acción característica por parte de un
hombre puede permitir llegar al conocimiento exacto de su carácter, y por
consiguiente, reconstruirlo en cierta medida, aun cuando se trata de una cosa insignificante.”
