Por Russell Mariano
En época de elecciones las líneas
“ideológicas” de los partidos políticos en México se vuelven tenues, o mejor
dicho se borran, aunque antes de elecciones tampoco son muy claras, la
dicotomía izquierda-derecha se vuelve una moda en el discurso de los unos para
denostar a los otros y viceversa, pero pocas veces se utiliza para referenciar
la carga ideológica de una forma de gobierno ¿será que no la hay, y el interés
son únicamente los cargos?
Y cuando refiero que no hay
identidad “ideológica”, invito a observar y analizar los discursos y las propuestas
de precampaña y campaña ¿tienen algún
sentido? porque tampoco podríamos llamar a ello programas de trabajo.
Una vez analizadas, entonces habremos
de darnos cuenta que el fin último de todas las PROMESAS se vuelca en la
necesidad eterna de JUSTICIA, en todos los sentidos; económica, político y
social, claro, es una necesidad por demás evidente.
Pues bien, ellos son las
candidatas y los candidatos, ellos son las propuestas partidarias, ¿y los
otros?, en efecto nosotros, la ciudadanía, los electores que papel jugamos
(esperar segunda parte).
De vuelta al tema central, la
necesidad de los partidos políticos por desprenderse de sus vínculos “ideológicos”
durante los procesos electorales responde al interés neto de la suma de
sufragios, es decir, tratar por todos los medios necesarios vincular sus
propuestas de campaña con los intereses y necesidades de los diferentes
sectores sociales para que la mayoría de estos opten por determinada propuesta,
bajo esta lógica pareciera que el electorado es insipiente, es decir, la
emisión de su voto lo relaciona con el supuesto de un beneficio para sí, no
para el colectivo y lo mismo da votar por uno que por otro, no hay criterio ni
identidad, en ese sentido podríamos señalar que hay una crisis en la cultura
política o definitivamente no la hay. ¿A las instituciones políticas les
interesa? pareciera que no, una ciudadanía culta políticamente es una
ciudadanía exigente, no en campañas, en el ejercicio de gobierno.
En este escenario poco importa el
proyecto, y menos la ideología. Corroborarlo es sencillo, un simple rumor,
cargado de denostación de unos y otros, basta para menguar la intención del
voto. Es claro, los partidos adolecen de un programa de base, de principios y
de ideología respecto a la visión de Estado/Nación, estamos frente a un tumulto
de partidos electoreros.
Pareciera que los acelerados
cambios de la modernización han causado estrados en la identidad partidaria,
poco se hablan de principios ideológicos y mucho se habla de promesas de
campaña, sin embargo aún queda el tema de la cultura política, de nosotros los
ciudadanos, de los electores, es ahí donde tenemos que mantener un riguroso
análisis de la praxis.
De esa práctica de la que poco se
habla y mucho se aprende, la acción comunitaria, quizás estemos frente a un
proceso de construcción identitaria basada en la etnicidad de nuestros pueblos
pero nos ha ganado la efervescencia electoral y nos arrastra el fenómeno de la
globalización, tanto, que al igual que se borran los principios ideológicos en
los partidos, estamos olvidando nuestra esencia propia de organización.
