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| Foto. CNN México |
Por. Russell Mariano
Fuerzas militares y de la policía
federal arriban al Estado de Oaxaca, es el planteamiento que recogen diversos
medios de comunicación para informar de lo que acontece en la entidad. Con ella
se busca recuperar los espacios ocupados por profesores en acción de protesta a
sus demandas.
En vísperas del proceso
electoral, donde se elegirán a diputados federales para la próxima legislatura,
claro ésta todos emanados de algún partido político, que de materia ideológica
ni enunciarlo pues es evidente la ausencia idealista de quienes buscan ocupar
un escaño en el parlamento, en el presente escrito solo me limito a escribir
sobre el embate de la fuerza pública, bajo el argumento oficial de resguardar
el proceso electoral para que la ciudadana y el ciudadano emitan su voto con
seguridad, incluso se expresa que en resguardo de la ciudadanía llegaron los
elementos castrenses, lo correcto es que vienen es reguardo de las
instituciones, mismas que frente al proceso representan la herramienta
sustantiva para desarrollar tal ejercicio, pues en sí dichas instituciones han
perdido credibilidad frente a la población.
La celebración de comicios
para la elección de representantes populares es prácticamente una fiesta democrática,
como muchos la refieren, si nos basamos en ese señalamiento ¿Por qué en una
fiesta tiene que haber centenares de militares, policía federal, estatal en posición
de ataque? En primera, estamos de acuerdo que debiera haber seguridad pública
para velar por los intereses ciudadanos, pues el comportamiento de los partidos
políticos no necesariamente es cívica y de respeto, más bien pareciera que es
una lucha por quién realiza la mejor fechoría sin ser sancionado y levantarse
con el triunfo, eso es a lo que nos han acostumbrado, esa actitud es la que
cobra la peor factura, pues es solo una de las causas del marcado
abstencionismo, tema que convendría analizar en otro escrito, y que por razones
de contextualización hacemos mención del concepto.
Lo que rompe con el esquema de
una fiesta democrática, es la presencia agresiva de la fuerza pública, sabemos que
una intervención de tal magnitud solo responde a dos situaciones: la primera;
que las instituciones se vean amenazadas por la ola de inseguridad que vive el
país, la segunda; para resguardar las instituciones de las manifestaciones sociales,
con la diferencia que un movimiento emanado de la clase trabajo responde a un
agravio emanado del Estado, y qué éste último para mantener la “paz” social
tenga que usar la fuerza pública en contra de sus gobernados.
Entonces cuando en un proceso
electoral se blinda con una fuerza policíaca de asalto, inhibe la participación
ciudadana, por el temor a un enfrentamiento entre manifestantes y la fuerza
pública, aparte que militares patrullen las calles no es cosa menor, de esta
acción lo que podríamos prever es que se acerca una de las elecciones con el
mayor abstencionismo de la historia, en tanto si la demanda social es
pronunciada y de grandes magnitudes, si las condiciones no son óptimas para
celebrar elecciones, no debiesen desarrollarse en tanto no haya soluciones a
las demandas sociales, desde otro punto, desarrollarlo con el apoyo de la
fuerza, solo responde a una situación, beneficiar a quienes cuenten con el mayor
número de voto duro, pues ya mencionamos la reacción frente a la presencia
militar, el abstencionismo que muestra el hartazgo callado pues a las
legislación en materia electoral poco le interesa que no se vote.
El cuestionamiento es amplio, blindar
con la fuerza un proceso electoral debilita el sentido de la democracia,
desacredita a las instituciones y hace evidente la ingobernabilidad, las necesidades sociales son muchas y el grito solo uno ¡Justicia!

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