sábado, 6 de junio de 2015

Con botas militares, armamento, escudos y toletes, una respuesta a la movilización, un argumento para el desarrollo de la elección.

Foto. CNN México


Por. Russell Mariano
Fuerzas militares y de la policía federal arriban al Estado de Oaxaca, es el planteamiento que recogen diversos medios de comunicación para informar de lo que acontece en la entidad. Con ella se busca recuperar los espacios ocupados por profesores en acción de protesta a sus demandas.

En vísperas del proceso electoral, donde se elegirán a diputados federales para la próxima legislatura, claro ésta todos emanados de algún partido político, que de materia ideológica ni enunciarlo pues es evidente la ausencia idealista de quienes buscan ocupar un escaño en el parlamento, en el presente escrito solo me limito a escribir sobre el embate de la fuerza pública, bajo el argumento oficial de resguardar el proceso electoral para que la ciudadana y el ciudadano emitan su voto con seguridad, incluso se expresa que en resguardo de la ciudadanía llegaron los elementos castrenses, lo correcto es que vienen es reguardo de las instituciones, mismas que frente al proceso representan la herramienta sustantiva para desarrollar tal ejercicio, pues en sí dichas instituciones han perdido credibilidad frente a la población.

La celebración de comicios para la elección de representantes populares es prácticamente una fiesta democrática, como muchos la refieren, si nos basamos en ese señalamiento ¿Por qué en una fiesta tiene que haber centenares de militares, policía federal, estatal en posición de ataque? En primera, estamos de acuerdo que debiera haber seguridad pública para velar por los intereses ciudadanos, pues el comportamiento de los partidos políticos no necesariamente es cívica y de respeto, más bien pareciera que es una lucha por quién realiza la mejor fechoría sin ser sancionado y levantarse con el triunfo, eso es a lo que nos han acostumbrado, esa actitud es la que cobra la peor factura, pues es solo una de las causas del marcado abstencionismo, tema que convendría analizar en otro escrito, y que por razones de contextualización hacemos mención del concepto.

Lo que rompe con el esquema de una fiesta democrática, es la presencia agresiva de la fuerza pública, sabemos que una intervención de tal magnitud solo responde a dos situaciones: la primera; que las instituciones se vean amenazadas por la ola de inseguridad que vive el país, la segunda; para resguardar las instituciones de las manifestaciones sociales, con la diferencia que un movimiento emanado de la clase trabajo responde a un agravio emanado del Estado, y qué éste último para mantener la “paz” social tenga que usar la fuerza pública en contra de sus gobernados.

Entonces cuando en un proceso electoral se blinda con una fuerza policíaca de asalto, inhibe la participación ciudadana, por el temor a un enfrentamiento entre manifestantes y la fuerza pública, aparte que militares patrullen las calles no es cosa menor, de esta acción lo que podríamos prever es que se acerca una de las elecciones con el mayor abstencionismo de la historia, en tanto si la demanda social es pronunciada y de grandes magnitudes, si las condiciones no son óptimas para celebrar elecciones, no debiesen desarrollarse en tanto no haya soluciones a las demandas sociales, desde otro punto, desarrollarlo con el apoyo de la fuerza, solo responde a una situación, beneficiar a quienes cuenten con el mayor número de voto duro, pues ya mencionamos la reacción frente a la presencia militar, el abstencionismo que muestra el hartazgo callado pues a las legislación en materia electoral poco le interesa que no se vote.

El cuestionamiento es amplio, blindar con la fuerza un proceso electoral debilita el sentido de la democracia, desacredita a las instituciones y hace evidente la ingobernabilidad, las necesidades sociales son muchas y el grito solo uno ¡Justicia!

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